miércoles, 18 de noviembre de 2020

De todo se aprende.

De lo malo se aprende dos veces. 

    Hasta la mierda tiene olor y sabor.

    Qué manera tan grotesca de empezar a hablar, pero en el fondo no me falta la razón. Estoy graduado en Comunicación Audiovisual. Soy, a nivel técnico, comunicólogo. Y como tal, por mis estudios y mi trayectoria se presupone de mí que sepa analizar mi entorno: El Entorno Audiovisual.

    El desarrollo de productos audiovisuales, pese a lo que el público cree, es un infierno de incertidumbre en cuanto a si algo será o no será fructífero o exitoso. Puedes hacer el producto audiovisual, ese que contiene todo lo que el público quiere (o cree querer), esa respuesta a lo que la gente reclamaba y al final sacas Star Wars IX y te vas a comer una mierda como un piano. Sí, has recuperado con creces la inversión, en parte porque es la última parte de una trilogía, pero desde luego no has agradado a nadie.

    Algo en lo que me he intentado enfocar en los últimos años, intentando llevarlo al nivel de analizar cosas (aunque sin mucho éxito, apenas he hecho análisis en los últimos años), ha sido el hecho de apartarme de la toxicidad de productos de mierda. Con esto no me refiero a que todo lo que refiero a partir de aquí es mierda, es un mal producto o demás. Con esto digo que quise alejarme de todo lo que conllevaba criticar cosas porque están mal, sacar mierda de cualquier sitio, hacer sangre por el rico morbo. Llegué a un punto años atrás en el que me veía sumergido en YouTube en un mar de gente haciendo vídeos insultando tal o cual. Y ese fue el motivo en su día por el que dejé de jugar a Alan Wake.

Alan Wake, Remedy, 2010

    Antes de continuar leyendo me gustaría deciros que, si por cualquier motivo opináis diferente a mí estoy abierto a debate y que, sobre todo, si os parece que lo que escribo es estúpido en mayor o menor medida (probablemente lo sea) dejéis de leer. No leáis algo que al final del texto os va a dejar un sabor de boca amargo, que va a conseguir haceros rabiar y dejaros, quizá, un mal cuerpo durante un rato. Ya estamos suficientemente expuestos a la toxicidad de las redes como para seguir añadiendo leña al infierno que supone mantenerse optimista en 2020. Dicho esto, sigo.

    En su día tuve que dejar de jugar Alan Wake. Podéis comprobarlo fácil: tenía un canal de gameplays y un día simplemente decidí dejar de jugar porque no podía más con él. A fecha de hoy me sorprende que hubiese sido capaz de darme cuenta de los fallos que veía, pero es absurdo considerar a mi yo pasado alguien mucho más estúpido (si cabe) de quien soy ahora. Empecé a jugar al título de Remedy en el año 2016. 6 años después de su publicación oficial. Llegué con unas ideas preconcebidas muy buenas: un título de terror que a veces te dice qué va a pasar; una mecánica de luz interesante; una ambientación opresiva, etc. Parte de esto fue porque en un campamento de verano, siendo aún más niño de lo que ya era de aquella, un compañero me había hablado de lo aterrador que era el juego. Y ese relato se quedó impregnado en mí.

    No os confundáis. El hecho de que hubiese llegado con expectativas modificó en parte lo que esperaba del juego, pero creo que si no las hubiese tenido hubiese llegado a las mismas conclusiones. Alan Wake es un juego que tiene errores terribles: enemigos absurdos, una ambientación que se va cayendo por momentos, una trama interesante muy estirada y, sobre todo, la manera más estúpida de destruir la tensión que haya visto nunca. Ir dejando notas del "futuro", partes de un libro que Alan escribe y que se cumplen en nuestro juego suena bien hasta que tienes que jugar un juego de tensión y terror. 
Y entonces, justo cuando había conseguido escapar de aquella terrorífica masa de pájaros, llegué al cobertizo y empecé a escuchar una motosierra.

    Este pasaje es inventado, pero hay algún momento así en el juego. Decirle al jugador en juego de tensión qué va a pasar a los 3 minutos es absurdo porque distensa todo: si ya sé que va a haber una motosierra, cuando vaya caminando por el busque y escuche una motosierra al fondo no tendré miedo. 

    Pero aquí veníamos a hablar de lo bueno y es que Alan Wake, siendo un juego de 2010 tiene un uso magistral de la luz. El tema del miedo de Alan a la oscuridad se compenetra muy bien con la idea de que los checkpoints y puntos de guardado son farolas. O el elenco de voces que tiene, que en la versión castellana es magistral y la voz de Alan funciona increíblemente bien. El uso de las notas es interesante y podría haberse llevado mejor, es verdad, pero aún así es una mecánica de coleccionables ingeniosa; y luego, coleccionables, los termos de café, de las pocas veces que he visto un elemento coleccionable que tiene sentido narrativo. Sí, no nos aporta nada a nivel jugable (ojalá), pero a nivel narrativo tiene sentido que un hombre que va por el medio del bosque de noche, con miedo a la oscuridad y buscando a su mujer ande tomando café de termos a la que puede.

    De todo se puede aprender, como ya había adelantado. Si ahora tuviese que hacer ese juego cogería la mecánica de las hojas y le daría una vuelta para que no siempre digan la verdad y que cuando lo hagan sean detalles nimios. Poder conseguir una atmósfera como Silent Hill sería más sencillo. Engañar al jugador. 

    Mafia II es otro juego que jugué recientemente (más o menos) y que pierde agua por todas partes. Ya lo analicé en ese muerto canal de YouTube que tengo (dejo autopromoción por aquí https://www.youtube.com/watch?v=kHvI8JwTZmU) y no voy a darle vueltas a sus aspectos negativos, pero cuando ves Mafia II en vídeos o lo juegas por primera vez tiene cosas que lo hacen mágico. Su ambientación está muy lograda, la primera misión es una joya, la recreación del mundo es interesante y las armas se sienten súper bien.

    Estamos rodeados de negatividad. Más en los tiempos en los que vivimos. Todo es crítica, todo es negativo, todo es malo y todo es una mierda. Ya hace años que el público entra en internet con la intención disfrutar de un cadáver como si de animales carroñeros se tratase, de darle vueltas a lo mala que es la nueva de Star Wars. Y sí que es cierto que es mala, y está bien hablarlo entre nosotros y tal, ¿pero no sería más beneficioso pasar página cuanto antes y comentar lo bueno de las obras?

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